AGENTES ECONOMICOS PRIVADOS
ENTIDADES DE CREDITO
Inicialmente las entidades bancarias recibían los depósitos de los clientes a quienes remuneraban con un interés, fruto del beneficio que ellos obtenían a su vez, invirtiendo esos depósitos, en préstamos concedidos a otros clientes necesitados de efectivo.
El diferencial entre el pago de intereses y el percibido era el margen de intermediación del banco considerado como beneficio.
Esta forma de trabajar estructuraba un balance en las entidades donde los depósitos eran superiores a los créditos concedidos, tal como hoy en día tienen las entidades bancarias propias de los países emergentes (China, Australia, etc.)
La competencia entre entidades hizo que cada vez se redujera el margen de intermediación y se empezaron a cobrar los servicios prestados a los clientes que hasta entonces no se hacía, o se hacía muy poco, se incrementaron así las comisiones percibidas con lo que el beneficio ordinario del banco se incrementó.
Con el uso del dinero de plástico y el mantenimiento de las cuentas para atender cargos, las comisiones crecieron exponencialmente, llegando a ser incluso el cobro de las comisiones superior al margen de intermediación, origen del negocio bancario.
Con la formación de la comunidad económica y el establecimiento de la moneda única, la inflación se controló y desaparecieron aquellas tasas de los años 70 y 80 (15 al 20%) y los tipos de interés se moderaron, así como se incrementó la competencia bancaria, el diferencial de intereses, entre operaciones de activo y pasivo, disminuyó.
Al mismo tiempo, se había iniciado una guerra de competencia entre entidades para reducir el cobro de comisiones.
Con estos ingredientes, era necesario incrementar la cartera de préstamos, para que un mayor volumen produjera un mayor incremento de ingreso por intereses.
Se encontró la formula vía cedulas hipotecarias, titulizaciones, cesiones de crédito, emisión de deuda etc. De esta forma las inversiones podían crecer ad infinitum. Se obtenía financiación con la garantía de los mismos préstamos concedidos que eran sacados de los balances de las entidades, respetándose de esta forma, los coeficientes de solvencia.
El pasivo dejó de convertirse en el leit-motiv de los bancos y prácticamente dejó de remunerarse, es más, las comisiones por mantenimiento y prestación de servicios, obligaban a los titulares a reducir el número de cuentas bancarias. En su lugar hicieron aparición los fondos de inversión de todo tipo y adecuados al nivel de riesgo dispuesto a asumir de cada cliente. Por estos depósitos fuera de balance el banco obtiene las respectivas comisiones.
Esta evolución en la operativa de los bancos, ha llevado consigo una segmentación de su clientela, a la que ha tratado de dar respuesta adecuada, creándose divisiones (banca privada) para atender a clientes de rentas altas, a los que ofrecer todo tipo de servicios y asesoramiento financiero y de inversión, entrando en un mundo complejo, donde el cliente pierde la noción de donde esta invertido su dinero y donde se confunden los intereses del banco y los del propio cliente.
El porqué de esta confusión se debe a la avaricia por la obtención de mayores beneficios y esto es una exigencia que se transmite a todos los estamentos del banco a los que se les remunera debidamente, vía bonus, incentivos, etc. Pudiendo con ello, en esa función de asesoramiento, hacer perder la objetividad de las decisiones.
El asesoramiento, se somete a los objetivos del banco, se empiezan a conceder préstamos sin un análisis riguroso del riesgo, el principio básico de prudencia se pierde, a los clientes se les conduce hacia un abismo futuro, pero ¿qué más da? El objetivo se cumple y los bonus forman parte de la fuente de ingresos del ejecutivo de turno. Comienza la crisis sub-prime, de la que tampoco voy a hablar porque ya se ha explicado por activa y por pasiva su origen. Los préstamos sub-prime se convierten en la solvencia de determinados fondos de inversión (vía MBS. = Mortgage Backed Securities) con un fuerte apalancamiento y se cierra, así, el circulo con el casino de la bolsa que como estamento económico, he mencionado antes. El caldo de cultivo esta servido.
PROMOTORES INMOBILIARIOS
Aprovechando esta benevolente política bancaria y esta relajación en la concesión de préstamos, renacen de sus cenizas nuevamente promotores inmobiliarios que habían desaparecido tras la crisis del 97, donde se vieron obligados a ceder sus promociones tanto terminadas como no, a las entidades de crédito que se convirtieron en dueños de miles de viviendas, teniendo que crear divisiones inmobiliarias para gestionar estas enormes carteras. Crearon entonces sus propias sociedades que con el tiempo volvieron a ser rentables y vendidas a nuevos o antiguos propietarios, muchos de ellos arribistas que sin experiencia y sin solares con un debido periodo de maduración, se sumergieron de nuevo en el mundo de la promoción inmobiliaria al socaire de una desregulación total, como ha quedado demostrado por las numerosas denuncias presentadas ante la Comunidad Económica Europea, Con esta situación los propietarios de estas inmobiliarias, en connivencia con las autoridades de Corporaciones Municipales, empezaron a aparecer en las listas de Forbes con fortunas de muchos dígitos, solo por el hecho de encontrarse en el sitio y en el momento adecuado, la mayoría sin aportar capital y con alto apalancamiento financiero. Daba igual, la banca estaba de acuerdo y además le redondeaba la jugada, concediendo préstamos al comprador con o sin solvencia que veía como le facilitaban los créditos hasta por importe superiores al de la compra, algo inaudito para ellos, entrando con ello en una espiral de precios al alza de los inmuebles que enriquecía todavía mas estos promotores. La tragedia se estaba cerniendo sobre el siguiente estamento, los particulares, sin que el estado moviera un dedo para evitarlo, estamos en una economía de libre mercado, allá cada cual.
PARTICULARES
El verdadero perjudicado de esta situación, bueno no todos ellos, porque dentro de este estamento se encuentra un subgrupo que es el especulador, verdadera lacra que ha contribuido a esa espiral de precios de la que antes hablábamos y que, si ha sabido salirse a tiempo, se ha labrado una buena fortuna. Pero este no es el caso de la gran mayoría de la clase trabajadora que sin darse cuenta le ponían el dogal al cuello, sin advertirle de los riesgos que corría si la situación se invertía y que había grandes posibilidades de que esta situación se invirtiera, porque el modelo era imposible mantenerlo, no a medio, sino a corto plazo, pero claro ahí estaban los gurus de la economía y de la política que en ningún momento reconocieron la existencia de la burbuja inmobiliaria, en todo caso un aterrizaje lento. Al pueblo no había que darle pan y circo, como en tiempo de la Roma de los emperadores, sino préstamos y pisos a gogo, su falso efecto riqueza crecía y cada mes que pasaba, ese particular, era 6.000 o 12.000 euros más rico, que equivocado estaba, lo habían engañado con el cuento de la lechera. Como el modelo generaba muchos ingresos a una minoría, no había que cercenarlo, al fin y al cabo había mucho mano de obra colocada pero ¿en qué? En algo que generaba prosperidad para todos o riqueza para unos pocos.
AUDITORES
Nos podemos preguntar, pero que pito toca aquí este estamento. No en cuanto a esta crisis nuestra, pero es que a nosotros nos ha venido importada una crisis financiera y ésta si que le ha afectado la desconfianza de sus clientes al ver como se desmoronaban sus inversiones, colocadas en entidades de primera fila o fondos para clientes VIP que luego han resultado de dudosa reputación o inclusive fraudulentos (pirámides de dinero), como estamos viendo en la actualidad y que habían sido auditados sin salvedades. Esta desconfianza se ha contagiado entre las propias entidades, cerrándose el mercado interbancario del crédito, así como la salida de su emisión de deuda, no consiguiendo con ello las entidades, la liquidez necesaria para atender las necesidades financieras de sus clientes que son los que pagan las consecuencias.
EMPRESAS
Nuestro tejido industrial tiene una productividad muy baja y adolece de una escasa inversión en i+d+i, haciéndolo poco competitivo y necesita de una enorme financiación para su transformación y hacer a nuestras industrias más competitivas.
Inicialmente las entidades bancarias recibían los depósitos de los clientes a quienes remuneraban con un interés, fruto del beneficio que ellos obtenían a su vez, invirtiendo esos depósitos, en préstamos concedidos a otros clientes necesitados de efectivo.
El diferencial entre el pago de intereses y el percibido era el margen de intermediación del banco considerado como beneficio.
Esta forma de trabajar estructuraba un balance en las entidades donde los depósitos eran superiores a los créditos concedidos, tal como hoy en día tienen las entidades bancarias propias de los países emergentes (China, Australia, etc.)
La competencia entre entidades hizo que cada vez se redujera el margen de intermediación y se empezaron a cobrar los servicios prestados a los clientes que hasta entonces no se hacía, o se hacía muy poco, se incrementaron así las comisiones percibidas con lo que el beneficio ordinario del banco se incrementó.
Con el uso del dinero de plástico y el mantenimiento de las cuentas para atender cargos, las comisiones crecieron exponencialmente, llegando a ser incluso el cobro de las comisiones superior al margen de intermediación, origen del negocio bancario.
Con la formación de la comunidad económica y el establecimiento de la moneda única, la inflación se controló y desaparecieron aquellas tasas de los años 70 y 80 (15 al 20%) y los tipos de interés se moderaron, así como se incrementó la competencia bancaria, el diferencial de intereses, entre operaciones de activo y pasivo, disminuyó.
Al mismo tiempo, se había iniciado una guerra de competencia entre entidades para reducir el cobro de comisiones.
Con estos ingredientes, era necesario incrementar la cartera de préstamos, para que un mayor volumen produjera un mayor incremento de ingreso por intereses.
Se encontró la formula vía cedulas hipotecarias, titulizaciones, cesiones de crédito, emisión de deuda etc. De esta forma las inversiones podían crecer ad infinitum. Se obtenía financiación con la garantía de los mismos préstamos concedidos que eran sacados de los balances de las entidades, respetándose de esta forma, los coeficientes de solvencia.
El pasivo dejó de convertirse en el leit-motiv de los bancos y prácticamente dejó de remunerarse, es más, las comisiones por mantenimiento y prestación de servicios, obligaban a los titulares a reducir el número de cuentas bancarias. En su lugar hicieron aparición los fondos de inversión de todo tipo y adecuados al nivel de riesgo dispuesto a asumir de cada cliente. Por estos depósitos fuera de balance el banco obtiene las respectivas comisiones.
Esta evolución en la operativa de los bancos, ha llevado consigo una segmentación de su clientela, a la que ha tratado de dar respuesta adecuada, creándose divisiones (banca privada) para atender a clientes de rentas altas, a los que ofrecer todo tipo de servicios y asesoramiento financiero y de inversión, entrando en un mundo complejo, donde el cliente pierde la noción de donde esta invertido su dinero y donde se confunden los intereses del banco y los del propio cliente.
El porqué de esta confusión se debe a la avaricia por la obtención de mayores beneficios y esto es una exigencia que se transmite a todos los estamentos del banco a los que se les remunera debidamente, vía bonus, incentivos, etc. Pudiendo con ello, en esa función de asesoramiento, hacer perder la objetividad de las decisiones.
El asesoramiento, se somete a los objetivos del banco, se empiezan a conceder préstamos sin un análisis riguroso del riesgo, el principio básico de prudencia se pierde, a los clientes se les conduce hacia un abismo futuro, pero ¿qué más da? El objetivo se cumple y los bonus forman parte de la fuente de ingresos del ejecutivo de turno. Comienza la crisis sub-prime, de la que tampoco voy a hablar porque ya se ha explicado por activa y por pasiva su origen. Los préstamos sub-prime se convierten en la solvencia de determinados fondos de inversión (vía MBS. = Mortgage Backed Securities) con un fuerte apalancamiento y se cierra, así, el circulo con el casino de la bolsa que como estamento económico, he mencionado antes. El caldo de cultivo esta servido.
PROMOTORES INMOBILIARIOS
Aprovechando esta benevolente política bancaria y esta relajación en la concesión de préstamos, renacen de sus cenizas nuevamente promotores inmobiliarios que habían desaparecido tras la crisis del 97, donde se vieron obligados a ceder sus promociones tanto terminadas como no, a las entidades de crédito que se convirtieron en dueños de miles de viviendas, teniendo que crear divisiones inmobiliarias para gestionar estas enormes carteras. Crearon entonces sus propias sociedades que con el tiempo volvieron a ser rentables y vendidas a nuevos o antiguos propietarios, muchos de ellos arribistas que sin experiencia y sin solares con un debido periodo de maduración, se sumergieron de nuevo en el mundo de la promoción inmobiliaria al socaire de una desregulación total, como ha quedado demostrado por las numerosas denuncias presentadas ante la Comunidad Económica Europea, Con esta situación los propietarios de estas inmobiliarias, en connivencia con las autoridades de Corporaciones Municipales, empezaron a aparecer en las listas de Forbes con fortunas de muchos dígitos, solo por el hecho de encontrarse en el sitio y en el momento adecuado, la mayoría sin aportar capital y con alto apalancamiento financiero. Daba igual, la banca estaba de acuerdo y además le redondeaba la jugada, concediendo préstamos al comprador con o sin solvencia que veía como le facilitaban los créditos hasta por importe superiores al de la compra, algo inaudito para ellos, entrando con ello en una espiral de precios al alza de los inmuebles que enriquecía todavía mas estos promotores. La tragedia se estaba cerniendo sobre el siguiente estamento, los particulares, sin que el estado moviera un dedo para evitarlo, estamos en una economía de libre mercado, allá cada cual.
PARTICULARES
El verdadero perjudicado de esta situación, bueno no todos ellos, porque dentro de este estamento se encuentra un subgrupo que es el especulador, verdadera lacra que ha contribuido a esa espiral de precios de la que antes hablábamos y que, si ha sabido salirse a tiempo, se ha labrado una buena fortuna. Pero este no es el caso de la gran mayoría de la clase trabajadora que sin darse cuenta le ponían el dogal al cuello, sin advertirle de los riesgos que corría si la situación se invertía y que había grandes posibilidades de que esta situación se invirtiera, porque el modelo era imposible mantenerlo, no a medio, sino a corto plazo, pero claro ahí estaban los gurus de la economía y de la política que en ningún momento reconocieron la existencia de la burbuja inmobiliaria, en todo caso un aterrizaje lento. Al pueblo no había que darle pan y circo, como en tiempo de la Roma de los emperadores, sino préstamos y pisos a gogo, su falso efecto riqueza crecía y cada mes que pasaba, ese particular, era 6.000 o 12.000 euros más rico, que equivocado estaba, lo habían engañado con el cuento de la lechera. Como el modelo generaba muchos ingresos a una minoría, no había que cercenarlo, al fin y al cabo había mucho mano de obra colocada pero ¿en qué? En algo que generaba prosperidad para todos o riqueza para unos pocos.
AUDITORES
Nos podemos preguntar, pero que pito toca aquí este estamento. No en cuanto a esta crisis nuestra, pero es que a nosotros nos ha venido importada una crisis financiera y ésta si que le ha afectado la desconfianza de sus clientes al ver como se desmoronaban sus inversiones, colocadas en entidades de primera fila o fondos para clientes VIP que luego han resultado de dudosa reputación o inclusive fraudulentos (pirámides de dinero), como estamos viendo en la actualidad y que habían sido auditados sin salvedades. Esta desconfianza se ha contagiado entre las propias entidades, cerrándose el mercado interbancario del crédito, así como la salida de su emisión de deuda, no consiguiendo con ello las entidades, la liquidez necesaria para atender las necesidades financieras de sus clientes que son los que pagan las consecuencias.
EMPRESAS
Nuestro tejido industrial tiene una productividad muy baja y adolece de una escasa inversión en i+d+i, haciéndolo poco competitivo y necesita de una enorme financiación para su transformación y hacer a nuestras industrias más competitivas.
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